domingo, 13 de febrero de 2011

Le sonrió burlesco, observándolo como si fuese una cosa poca. Algo patético.

"Tu supones que eso es verdad" dijo moviendo su lata de cerveza "Tu supones que ella vale la pena"

Ahí estaba, discutiendo sobre temas totalmente sin sentido. ¿Amor? Eso no era para él... No.

"Pero me ha perdonado..." Murmuró apenado, bajando la vista hasta sus manos vacías "Eso significa..."

"Yo también te he perdonado" le interrumpió en voz más alta, mientras lo abofeteaba con el aliento cargado de alcohol, mezclado con humo y, en algún lugar, mentas "Cada una de las cosas que has hecho. No por eso te vas a enamorar de mí"

Su expresión no cambió. Él seguía bebiendo. No se percataba de nada, y aún tenía la razón.

"¿Y qué con eso?"

"Que si nos enamoráramos de cada persona que nos perdonara, no tendríamos escapatoria. O no metemos la pata, o nos enamoramos todos los días de personas diferentes"

"No quise decir eso..."

"No digas burradas"

Lo miró, mientras apuraba lo poco de cerveza que le quedaba. Habían dos latas más, vacías. Iría a por la cuarta, era lo más probable. Era increíble. Borracho y todo, continuaba teniendo la razón. Observó cómo el mesero disimulaba una cara de asco, cuando él le pidió más.

"¿Está mal apreciar que te perdonen?"

"No. Está mal perdonar porque te perdonaron"

"Eso es estúpido"

"¿Lo has puesto en práctica?"

"No"

"Entonces aún no sabes si es estúpido. Estúpido"

Lo miró fijamente. No se percataba de nada, estaba borracho, y tenía la razón.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Un "Sin sentido" improvisado.

Sonrió como una tonta, con una copa de whisky en su mano derecha, y un Lucky Strike en la izquierda. Así, destornillándose de la risa, la encontré yo. Sus labios presumían un fuerte color rojo: Sentí lástima por esa alma perdida. Su cabello llevaba un tono rubio platinado, estaba alisado. Se veía terriblemente dañado, en sus tiempos quizás, debió ser hermoso. Me mantuve rígido y tenso, al saber sus pasos acercándose. Se dejó caer en el taburete que estaba a mi lado, y de ahí me sonrió. Una sonrisa ebria.
-¿Cómo te llamas? -me preguntó en tono que sólo sonó un poco burlón debido al alcohol que estaba confundiendo a su cerebro.
-John -Contesté tímidamente- ¿Y el tuyo?
-Vane -Responde entre risas sin sentido- Vanessa.
-¿Vanessa? -repito distraído, buscando mi billetera para pagar e irme luego de ahí.
Continua con su risa, que comienza a incomodarme. Su brazo va con cantidad de pulseras brillantes, de distinto color y tamaño.
-¿Te vas ya? -Pregunta un poco sorprendida al ver que me levanto y me voy- ¿Te molesto, acaso?
-Es tarde -Digo encogiéndome de hombros- Mañana es un nuevo día.
-Es sábado -Dice seriamente. Las ojeras se vislumbran bajo sus ojos enrojecidos y tristes- No se trabaja en sábado.
-Eh... De todos modos tengo sueño.
Suspira y se vuelve para apoyar los brazos en la mesa, donde ya la aguarda otra copa más. ¿Sexta, tal vez? Este tipo de vida no es digno en una mujer.
-¿Por qué estás aquí? -Pregunto con cautela.
-Es viernes en la noche -Responde sencillamente, con una sonrisa amarga- Las mujeres desean hacer esto los viernes en la noche. Que no se atrevan a hacerlo, es otro tema.

Sí. Definitivamente, terminaré con ella.